Camino

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martes, 6 de septiembre de 2011

La fuerza de la debilidad cristiana.

Es asombroso ver, cuando uno empieza a leer sobre la vida de cristianos que su testimonio les ha causado dolores físicos, perdidas y torturas, cómo, lo que en nuestra cultura actual se considera debilidad, se expresa como una fortaleza, que sólo es posible si el Espíritu Santo está con ellos fortaleciéndoles.
Cuándo descubriremos la verdadera fuerza de la vida, que no es otra que la "debilidad", la sensibilidad, procedentes de una toma de conciencia espiritual, y no la agresividad, la venganza, la fortaleza material. Ya Jesús nos mostró la fuerza de Dios, no hablo de los milagros, que sin lugar a duda mostraban la naturaleza más íntima de aquel Hombre, que vivía en el Padre y el Padre vivía en Él, sino la fortaleza, que en la muerte más humillante de la historia del mundo y posiblemente una de las más dolorosas, surge, de pedir el perdón por los que lo estaban matando. El Perdón esa gran fuerza, considerada hoy dia por regla general un acto de debilidad, que es la gran luz que aleja la sombra del mal. Ese perdón que procede de un acto de Amor y de abandono. Abandono propio por el Amor hacia el "otro", hacia el que te daña, el que te humilla, pero que es hijo de Dios como tú, es tú hermano, ha elegido un camino que se aleja de Dios, "no sabe lo que hace", pero con el perdón transformas el mal que está haciendo, del triunfo de la oscuridad, se pasa al triunfo del Reino de Dios, el dolor que se está causando se transforma en un testimonio inmenso de Amor. Esto sí es una auténtica fortaleza, la fortaleza del espíritu, la fortaleza que proviene del Reino de los cielos, la fortaleza del cristiano.
Todo esto que os he escrito es para introducir el testimonio del padre Luli:

El P. Luli, de origen albanés, fue arrestado en 1947 y liberado 42 años más tarde. Muchos de sus compañeros fueron mártires. No derramó su sangre, pero sí padeció profundos sufrimientos morales y físicos a causa de su fidelidad a Cristo y a su Vicario.
En uno de los episodios que sufrió de torturas, con las que buscaban que renunciara a su fe, el P. Luli le dijo a su torturador:"mire, usted me podrá quitar todo, hasta la vida, pero hay algo que en la vida podrá quitarme, que es el Amor que Dios me ha pedido que le tenga a usted".

Creo que ejemplos así deben orientar nuestras acciones, inspirarnos, ser objeto de nuestras reflexiones, y conductas, y ser objetivo de nuestras peticiones en la oración.Seguramente nunca alcanzaremos una fortaleza espiritual como el P. Luli, o sí, quien sabe, la cuestión es hacia donde se orientan nuestros esfuerzos, donde tenemos puesto nuestro "listón", si lo ponemos demasiado bajo desde luego lo alcanzaremos en seguida y nos sentiremos satisfechos, pero no habrá una autentica transformación, esa transformación que cambia cosas, a nosotros primero a a nuestro entorno después. Jesús dió su vida por nosotros, por un proyecto de vida plena para nosotros, de libertad real, qué vamos entonces a hacer nosotros , qué estamos dispuestos a entregar por este proyecto.
Sinceramente creo que la oración, es una de las mayores herramientas para conseguir esta fortaleza espiritual, y no debemos temer ser tomados por débiles, por seguir el camino marcado por Jesús, el camino del Amor, del perdón, de la fe. Debemos luchar por establecer el Reino del Espíritu, El Reino de Dios en la tierra, a través de nuestra transformación interior y de nuestro ejemplo , a través del servicio por los demás, utilizando los dones que Dios nos ha otorgado a cada uno para desempeñar nuestra parte en esta misión.

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