Camino

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lunes, 5 de septiembre de 2011

Frente al sufrimiento: Buda y Jesús por el padre Abbé Pierre (93 años)

Sí, estoy de acuerdo con la constatación fundamental de Buda: todo es sufrimiento.
Fundamentalmente, la condición humana es sufrimiento: se sufre físicamente, psiquicamente, moralmente. Se sufre por no poseer ciertas cosas, y luego se sufre por perderlas, o por temer perderlas.
Pero como cristiano no llegaría a las mismas conclusiones que Buda. Según él, por lo que he podido comprender tanto a través de la lectura como a través de las conversaciones con mi amigo el Dalai Lama, hay que hacer lo necesario para no sufrir más. El objetivo de la vida se convierte entonces en una ascesis y una ética de vida exigente que apunta a suprimir la causa fundamental de todo sufrimiento: el deseo.
Para el discípulo de Jesús el camino es completamente distinto: no se trata de eliminar el sufrimiento de la vida hasta erradicar cualquier deseo, sino de reaccionar frente a él mediante el compartir y la ofrenda. Si frente al sufrimiento propio, o si frente al sufrimiento ajeno se entra en una comunión con los demás, entonces la luz aparece.
¿Cuántas veces habré vivido esta experiencia conmovedora junto a un enfermo grave, junto a un hombre desesperado? Sólamente el hecho de estar en comunión verdadera con él aporta una luz que sublima el sufrimiento. Por tanto, el sufrimiento puede vivirse como un trampolín hacia el compartir. Siempre es un mal, y jamas debe buscarse o magnificarse. Pero este mal puede conducir a culminaciones de humanidad.
[...]cualquier sufrimiento superado es una ocasión para un crecimiento, para un progreso en la conciencia.

Extraido del libro "Dios mío...¿por qué?" de Abbé Pierre.


Abbé Pierre nació en 1912 en Lyon. Desde niño demostró una preocupación especial por los más desafortunados, y a los quince años partió en peregrinaje a Asís (Italia). Esta experiencia fue fundamental en su vocación. Cuatro años más tarde repartió todos sus bienes entre distintas obras de caridad, renunció por vía notarial a su herencia familiar e ingresó como monje capuchino como "Hermano Philippe".
Durante la II Guerra Mundial fue nombrado vicario de la catedral de Grenoble y, tras la ocupación alemana y con los primeros arrestos masivos de judíos, montó con la ayuda de otros religiosos un auténtico laboratorio clandestino donde fabricaban pasaportes y visados falsos para luego sacar a los judíos del país hacia Suiza. De esta forma el Hermano Philippe pasó a integrar la resistencia francesa adoptando el nombre de "Pierre".





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