Camino

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miércoles, 7 de septiembre de 2011

Jesus y Dios.

La complicada tarea de conocer a Dios
[...] lo primero que se debe tener en cuenta es que, para conocer a Dios, no se puede empezar por Dios en sí mismo. Por definición, Dios es el Trascendente, o sea el que "trasciende" y, por eso mismo está "más allá" de todo cuanto nosotros podemos alcanzar y, menos aún, comprender con nuestra limitada capacidad.
De ahí, la frustración de todos los que pretenden resolver el problema de Dios a fuerza de darle vueltas a la cabeza.
La primera consecuencia que se sigue de lo dicho, es que si los seres humanos podemos conocer a Dios y comprenderlo (en la medida en que eso sea posible), tal conocimiento y tal comprensión se deben a que Dios se ha revelado a la humanidad.[...]

Jesús , revelación de Dios
[...]ya en las tradiciones más antiguas de los evangelios, la llamada fuente Q, común a Mateo y a Lucas, se nos dice que "ninguno conoce cabalmente al Hijo sino el Padre, ni al Padre conoce uno cabalmente sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelarlo" (Mt 11,27; Lc 10,22; cf. Ev. de Tomás 61,3b). A juicio de los entendidos en la historia de este texto, aqui se expresan palabreas que pertenecen a la esencia misma de la predicación del Jesús histórico.[...]"el misterio del propio Dios" sólo es alcanzable por aquellos a quienes Jesús se lo da a conocer. Jesús es, por tanto, el revelador de Dios.[...] en este pasaje de los evangelios, Jesús hace una afirmación que resulta provocativa. Porque afirma que "estas cosas", o sea el conocimiento de Dios, es algo tan absolutamente distinto a los que son los conocimientos humanos, que Dios mismo "lo ha ocultado a los sabios y entendidos", mientras que, por el contrario, se "lo ha dado a conocer a la gente sencilla",es decir, los nêpioi, que son literalmente los que no hablan.[...]los que no cuentan para nadie, ni pintan nada en la sociedad[...]
Es sobre todo, en el evangelio de Juan, donde se afirma con más vigor y más claridad cómo Jesús es la revelación definitiva y plena de Dios. "A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo único del padre...es quien nos lo ha dado a conocer" (Jn 1,18). Al decir que a Dios nadie lo ha visto jamás, el evangelio recoge uno de los grandes temas del Antiguo Testamento. En este sentido, la afirmación más fuerte es la que el mismo Dios le dijo a Moisés: "Tú no puedes ver mi rostro, porque el hombre no puede verme y vivir" (Ex 33,20). Lo que en realidad se expresa aqui es sencillamente la imposibilidad que tenemos los seres humanos de saber quién es Dios o cómo es Dios. De ahí, la necesidad que tenemos de que un "mediador", que históricamente ha sido Jesús, nos lo de a conocer.
[...]Felipe le pidió a Jesús: "Señor, muestranos al Padre y con eso tenemos bastante" (Jn 14,8)[...] la respuesta de Jesús es clara y determinante: "Tanto tiempo que estoy con vosotros, ¿ y todavía no me conoces, Felipe?"[...] y es que el propio Jesús añade enseguida algo que es el secreto de todo: "Quien me ve a mí, ve al Padre". [...] a Dios lo descubrimos, no mediante teorías o doctrinas, sino viendo lo que fue la existencia concreta de Jesús, su persona, su comportamiento, su estilo de vivir y sus costumbres.
Con esto no quiero decir que quienes no conocen a Jesús, no pueden conocer a Dios.[...]Todas las religiones nos aportan algo sobre el conocimiento de Dios.

Extraido del libro de José Mª Castillo, "Dios y nuestra felicidad"

El padre Castillo termina diciendo que "todas las religiones nos aportan algo sobre el conocimiento de Dios".
Siempre he pensado que las religiones son "puertas a lo sagrado", son puertas por las que entra la Luz de Dios.También creo que además de las religiones hay otras disciplinas que nos permiten ver destellos de esa luz.
Pero siguiendo esta metáfora de las puertas, me gustaria seguir reflexionando. Es fácil entender, que las puertas abiertas nos muestran la Luz, pero si las puertas estan cerradas, no nos permiten ver nada de la luz. Esto, lo que nos indica, es que si bien una puerta nos abre el camino a un espacio concreto, también puede bloquearnos el acceso.
Por eso es necesario saber abrir nuestra puerta. ¿donde está la cerradura?, ¿cuál es la llave?, ¿en que dirección gira?. Con esto lo que quiero expresar, es que la puerta cristiana que conduce hacia la Luz del Padre necesita, para ser abierta, el seguimiento de Jesús. Él, es el que nos está abriendo el conocimiento de Dios, nos lo está poniendo a nuestro alcance, y ese conocimiento no es intelectual, es a través de la acción como conoceremos, a través de la acción del seguimiento. Seguir el ejemplo de Jesús, sus acciones, sus palabras,su vida, es la llave que abre de par en par el acceso al Padre,a Dios. Sin este seguimiento, sin esta acción, por muchos ritos, o ceremonias que realicemos y participemos,por muchas lecturas que hagamos, la puerta, muy bonita por cierto, continuará cerrada. Tendremos la certeza que conduce a Dios, pero no tendremos la llave que nos permita abrirla y cruzarla.
Con esto por supuesto no me opongo a ritos y ceremonias, ni mucho menos, ya que participo de ellos y me llenan. Tampoco me opongo a las lecturas, ya que creo que educan el intelecto y orientan nuestras futuras acciones, sino que sin el esfuerzo constante de seguir los pasos de Jesús , sin la referencia de su vida, creo que están vacios. Pero sin lugar a dudas cuando la mirada está puesta en Jesús, esos ritos están cargados de un poder y una plenitud extraordinaria, y elevan el alma hacia el Padre, haciendonos participar del Espíritu de Dios.

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