Camino

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lunes, 17 de octubre de 2011

Conceptos y experiencias.

Nuestros conceptos mentales y nuestras ideas sobre las cosas, la gente, los objetos o los sentimientos son fijos e inmutables. Pero la realidad de la experiencia es como un río que siempre está cambiando. La percepción directa se encuentra bajo los nombres de las cosas para mostrarnos su naturaleza efímera y misteriosa. Cuando llevamos nuestra atención a la percepción directa de la experiencia, nos volvemos más vivos y libres.
Cuando sostenemos una manzana en la mano, podemos llamarla por su nombre: manzana[...] manzana es el nombre, el concepto. El concepto no cambia de un dia para otro[...]Pero en la realidad de la experiencia no existe una manzana fija. La visión de una manzana consiste en realidad en un patrón visual sutilmente cambiante, tonalidades de rosa y carmesí, rojo y dorado, matices luminosos que se transforman continuamente al cambiar la luz o cuando movemos ligeramente la cabeza. Si tomamos con la mano una manzana, su fresca y aromática piel cerosa, dura y al mismo tiempo blanda, cambia a cada momento. Luego puede que nos llegue una vaharada de su olor, podemos masticar su carne, experimentar la complejidad de sabores que se revelan en nuestra boca, frescos y delicados, mientras la manzana desaparece convertida en agua y en dulzura en nuestro cuerpo. El concepto "manzana" es estático, un objeto del pensamiento. Pero la experiencia directa de ver, sostener, comer una manzana es una sucesión de colores sutiles, formas y percepciones que cambian a cadas minuto sin detenerse ni por un momento. Todas las cosas son iguales en esto: en un nivel existe un mundo aparentemente fijo e inmutable de conceptos, pero en otro, en la realidad inmediata, está el fluir de miles de percepciones sensoriales que aparecen y desaparecen a cada momento.
Paradójicamente, desde luego, necesitamos utilizar los conceptos constantemente. Necesitamos respetar la nacionalidad, la propiedad, el tiempo y el concepto del yo, aunque no describan la experiencia directa de la vida. Con sabiduría, aprendemos a utilizar los conceptos sin que nos engañen, sin perdernos en ellos.

Jack Kornfield


Este escrito sobre los conceptos y la experiencia, lo fijo e inmutable frente a la realidad libre y variable, me lleva a una reflexión sobre Dios.
¿Nos movemos en un concepto fijo, estático de Dios?. ¿Buscamos una definición clara, fija, estática de Dios, que satisfaga nuestra necesidad intelecto-conceptual de la realidad, de Dios?.
O por el contrario nos movemos hacia la experiencia de Dios, hacia experimentar la realidad.Vivir las cosas, las personas, no vivir atrapados en nuestros conceptos mentales de ellas, sino experimentarlas, e igualmente vivir y experimentar a Dios.
¿Buscamos vivir la experiencia de Dios?
Desde luego, al centrarnos en vivir la experiencia, podemos sentir que nos volvemos más libres y presentes.
Si nos centramos en la experiencia, que quizá es la única forma absoluta de abordar la realidad, trascendiendo los conceptos mentales estáticos, nos encontraríamos en que habría diferentes formas de experimentar a Dios, no habría una única y "oficial" forma, sino que la experiencia de Dios sería dinámica, diversa.
¿No es lo que nos transmitió Jesús, su experiencia de Dios?.
No pretendió nunca definir a Dios, establecer una definición, un concepto oficial, sino que vivió, y transmitió Su experiencia de Dios. Experimentó, vivió (vivir es la mayor experiencia ) a Dios, y lo sintió como Padre.
Si la forma más directa de acercarnos a la realidad de las cosas es la experiencia, el sentir, el percibir, al establecer definiciones y conceptos , por muy sagrados que sean, o por muy intelectuales que parezcan, nos estamos perdiendo la realidad, la estamos acotando y petrificando, permitiendonos eso sí, tratar intelectualmente con estos conceptos, enmarañandonos en teorías e ideas, creando así un mundo de conceptos, de ideas preestablecidas, donde parece más sencillo vivir, pero seguramente donde nos alejamos más y más de la realidad más "real", y de la vida más viva.
De manera que la vida (terrenal), la gran experiencia, es nuestro gran regalo, es una gran oportunidad para acceder a Dios, y por tanto a la realidad de todas las cosas. Es como un "master" para nuestro auténtico "Ser", para nuestro espíritu, para que siga creciendo, evolucionando.

Pero para acceder a la realidad de las cosas, para acceder a Dios, a la realidad oculta o quizá manifiesta, que está detrás de cada concepto, debemos desarrollar nuestras "herramientas de experimentación". Nuestros sentidos, nuestra mente, nuestra conciencia. Debemos abrirnos a la experiencia, a la vida, debemos conectar con la matriz de nuestra mente, con nuestra conciencia, con nuestra espiritualidad, y permitir que ésta, se manifieste a través de nuestros sentidos, para poder sentir, percibir desde lo más profundo, no desde la intelectualidad cargada de conceptos e ideas, que no nos permite pasar la barrera de lo establecido.
Debemos desarrollar la capacidad de percibir y sentir de nuestra mente, en lugar de la capacidad de manipular, de definir , de construir mentalmente la realidad. Esta construcción mental nos servirá de guía para la vida, pero no podemos atraparnos por la "guía", debemos utilizarla como soporte para la auténtica experiencia, para la auténtica realidad, que nos está esperando a que la sintamos, la vivamos.
Un mapa de París no es París, ni siquiera una guía virtual lo es, necesito andar por sus calles, oler su comida, escuchar a su gente....Cuando vuelves del viaje, seguro que algo ha cambiado en tí, porque tú espíritu, tu conciencia se ha enriquecido de experiencias, de vida.
Traslademos este mismo ejemplo a Dios. Tenemos que sentirlo, olerlo, escucharlo, "andarlo", paladearlo... si no es así, simplemente tendremos acceso a un "mapa" de Dios.

Luis

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