Camino

Camino

lunes, 19 de septiembre de 2011

La Eucarístia, Corazón de las comunidades cristianas. Abbé Pierre.

Jesús encontró una manera extraordinaria de permanecer entre nosotros de manera oculta: mediante la consagración del pan y del vino, que se convierten para el creyente en la presencia de su cuerpo y su sangre.
De entre todos los sacramentos, la Eucaristía es el sacramento por excelencia. Es a la vez el testamento de Jesús y la actualización de su presencia entre nosotros.
[...]Entre los cristianos se dan diversas maneras de concebir la Eucaristía. Para los católicos se trata de Cristo real y misteriosamente presente. Teológicamente, después de Santo Tomás de Aquino, se hablará de "transubstanciación". Es una palabra un tanto rebuscada que significa que la sustancia del pan se transforma (mediante las palabras del sacerdote) en la sustancia de Jesús.
En el otro extremo, la mayor parte de los protestantes consideran que la Eucaristía es un símbolo: el pan consagrado no es el cuerpo de Cristo, sino el símbolo de su presencia entre nosotros.
Personalmente[...] me sitúo en una zona intermedia. La "transubstanciación" no es lo que me importa en realidad. Lo que me importa es la Presencia. Creo, sin saber cómo, sin intentar explicármerlo mediante la razón, que Cristo está misteriosamente presente en la hostia consagrada. Poco importa cómo.
La Eucarístia también aporta a veces para los creyentes una presencia sensible de Jesús. A menudo he sentido esta inmensa ternura, rezando durante horas ante el santo sacramento expuesto en una iglesia. A muchos religiosos y religiosas esta ternura les da mucha fuerza.[...] esta ternura de Jesús, es particularmente perceptible para los creyentes en la Eucaristía.

Extraido de libro "Dios mío...¿por qué?"
de Abbé Pierre

He querido colgar este fragmento porque expresa bastante bien un sentimiento, una sensación que quería compartir aqui en el blog.
Cada vez que tengo la oportunidad de ir a la iglesia y comulgar, es decir participar de la Eucarístia, el sentimiento se agolpa de una forma salvaje en mi pecho. Cuando llego a la iglesia, intento preparar mi mente para vivir plenamente la Eucarístia. Dejándome embargar por el ambiente de serenidad y reflexión del templo, recito alguna oración para orientar mi mente, mi corazón hacia el Padre, y así abandonarme lo suficiente para sentir la presencia Divina dentro de mí . Cuando empieza la misa ya considero que he "conectado", de manera que todo el desarrollo de la ceremonia se convierte en algo realmente especial , donde puedo sentir la presencia del Espíritu Santo.
Cuando llega el momento de comulgar, siempre me ha ocurrido, siento un gran nerviosismo en mí interior. Creo que se parece al momento previo a una fiesta de cumpleaños, o al de un viaje que te hace mucha ilusión. Pero ese nerviosismo va acompañado de la sensación de saberme acompañado por Jesús, querido hasta el límite por Él, siento en mi pecho una especie de intimidad llena de ternura con Él, intimidad que me habla del Padre y me vincula con él.
El último domingo, que estuve con mi hija por cierto, me emocioné tanto en ese momento que los ojos se me llenaron de lágrimas.
Ahora me gustaría decir el porqué comparto esta experiencia tan íntima de forma pública.
La primera razón es porque comentarios así ¡ no están bien vistos en laicos!!! , hay que ser religioso/a, "beato", una persona anciana....para decir esto sin miedo a que te señalen!!!.
Pues yo lo digo, y me gustaría que me señalen, para que se me vea mejor. Creo que nuestro mundo, nuestra sociedad, necesita que se compartan más experiencias así, o similares, con misa o sin misa, pero que estén llenas de una luz especial que cambie el rumbo de nuestro mundo. Experiencias espirituales de transformación, que nos lleven a ser un poco más hijos de Dios.


Mt 5, 13-16 Vosotros sois la sal de la tierra y luz del mundo
(Mt 5, 13-16)[13] Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. [14] Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. [15] Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. [16] Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en vosotros, a fin de que ellos vean vuestras buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario