Camino

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martes, 4 de marzo de 2014

Padre Constantino Koser dirigiéndose a las Clarisas en torno a la contemplación.


"¿Y cuál es la meta a la que debemos tender? Se responde: el cielo. Tal vez sea mejor decir: el amor de Dios. Y la meta del amor de Dios está inseparablemente acompañada del amor del prójimo. No puede existir en la Iglesia y ante Dios un camino de perfección que no tenga, como meta, el amor de Dios y que no incluya el prójimo. Tanto es así que Dios jamás nos concederá una audiencia privada; ante Dios siempre estaremos con el prójimo; de otra forma no seremos admitidos. Sabemos cuál es el primer mandamiento y el segundo, igual al primero; esto hay que considerarlo con enorme seriedad. Si en nuestra vida de oración intentamos meternos a solas con Dios, sin llevar con nosotros al prójimo, hacemos una tentativa inútil y jamás seremos admitidos. En la vida más íntima de oración y contemplación, o el prójimo está dentro de la misma, o esta vida no existe. Cuanto más leemos el Evangelio, más lo meditamos y reflexionamos, tanto más nos convencemos de que es así. Las cosas llegan a tal punto que san Juan dice: «Si alguien dice que ama a Dios, pero odia al prójimo, miente» (1 Jn 4,20). «Odia» es un semitismo que significa en el contexto: si dice que ama a Dios y no ama al prójimo, es mentiroso".
"Hay dos especies de contemplación: una infusa y otra adquirida. Los Institutos de vida contemplativa en la Iglesia, por tanto las Clarisas, hacen profesión de contemplación adquirida, no de contemplación infusa. Dios puede dar la gracia de la contemplación; lo hace cuando quiere y como quiere; para la gracia de Dios no se requieren condiciones ni ambiente, porque Él en su omnipotencia puede superar todas las dificultades y hacer avanzar un alma en la contemplación aun contra todos los obstáculos. Dios, en estos casos, salta por sobre todas las dificultades, problemas y condiciones, supliendo la generosidad divina todas las deficiencias de las criaturas. Una de las más grandes sorpresas en la vida espiritual es el caso de la beata Ana María Taigi [9 de junio], alma altamente contemplativa, esposa de un marido insoportable y borracho, con 7 hijos, paupérrima... Imagínense qué especie de vida ha tenido esta señora en su casa, los líos en que se ha encontrado. Vivió, sin embargo, en altísima contemplación, por gracias infusas, desde niña. Los directores espirituales, más de una vez, le aconsejaron separarse del marido y retirarse un poco; ella resistió por convicción nacida de la gracia de que su camino de vida contemplativa estaba en aquellos líos imposibles, con aquel marido imposible, y con las dificultades de la familia. Y no se la imaginen en éxtasis, a 50 cm. del suelo, no. Estaba en la cocina, lavaba la ropa, cuidaba a sus hijos, trataba con su marido. Allí vivió sin clausura y sin rejas. Son las grandes lecciones que nos da el Señor. Y el mérito de Ana María, el examen que el Señor le ha exigido, es la caridad con toda esta familia y la cooperación con la gracia de contemplación recibida. Ustedes recuerden que, según la parábola de los talentos, la entrada en el cielo, la aprobación del examen, no estriba en ver si todavía tienen los talentos recibidos, sino en comprobar cuánto han lucrado con ellos; esta parte es importante para el examen. Dios nos da los dones para nuestra cooperación y no podemos confiarnos en los dones como tales, sino que deben excitarnos a una cooperación elevada".
"Existen varias maneras de percibir a Dios. ¿Qué es la contemplación? ¿En qué se distingue de la oración común? Ustedes están escuchando el ruido de la calle, perciben unos coches que se están moviendo, maniobrando... Pues bien, ustedes saben que los coches se están moviendo, pero no los ven; es un conocimiento indirecto, una señal que escuchan y de la cual deducen que los coches están allí. Ahora, vean este micrófono; saben que existe por visión directa, sin mediación de otros elementos. De la contemplación directa, sin elementos intermedios, es de donde se saca el fruto de la contemplación. La palabra contemplación, que es una figura del lenguaje, una imagen, viene a significar que, por este modo de relacionarse con Dios, se llega a un conocimiento y a un amor de Él que puede compararse con la visión de los ojos; sería, digamos, más inmediato, más directo, más próximo el conocimiento de Dios; una relación de inteligencia y de voluntad, y por ser hombres, de toda la afectividad y emotividad, más directa. La contemplación es algo así como un camino que ultrapasa el camino de la fe. Por la fe, alguien nos dice algo sobre Dios; en la vida contemplativa buscamos llegar a una experiencia, a una percepción directa de Dios".
"El otro elemento o instrumento fuerte es la meditación, que es el punto de cultivo, de trabajo, más importante en la cooperación con la vocación de contemplación adquirida. La meditación, en cuanto forma de oración, no tiene como finalidad principal el reflexionar, sino el llevar al alma al acto de amor de Dios y del prójimo. Así que el tema de la meditación y todos los otros elementos sólo son instrumentos, y en el momento en que el alma llega a un acto de amor de Dios y del prójimo, se suspenden todos los otros elementos, porque allí es donde se quiere llegar. Y la adquisición de la contemplación se hace más que todo en el ejercicio de la meditación. El progreso podemos verlo en la rapidez con la que el alma, cuando medita, llega a la meta del amor de Dios. Y cuanto más tiempo el alma permanece en el acto de amor, cuanto más fácilmente entra, tanto más camino ha hecho ya en dirección a la meta de la vida contemplativa adquirida. Cuando el alma está más o menos de un modo constante en el amor de Dios y del prójimo, se puede decir que ha adquirido más o menos la vida contemplativa".

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