Camino

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jueves, 16 de enero de 2014

Oración contemplativa....desapego.

"En la medida en que crezca nuestra independencia de los pensamientos y deseos habituales podemos entrar en la oración contemplativa con una mente sosegada.
Desapego es la meta de la abnegación. Es una actitud que no es posesiva hacia toda realidad, la disposición que ataca la raíz del sistema del "falso yo". El "falso yo" es una ilusión monumental, una carga de rutinas emotivas y de formas de pensar habituales, que están almacenadas en el cerebro y en el sistema nervioso.[...]
Por medio de la oración contemplativa, el Espíritu sana el egoísmo en sus raíces y pasa a ser la fuente de nuestra actividad consciente. Para poder actuar espontáneamente bajo la influencia del Espíritu y no bajo la del "falso yo", es necesario borrar la programación emotiva del pasado y reemplazarla por otra. Es lo que tradicionalmente se ha llamado la "práctica de las virtudes", es decir cambiar los programas viejos por otros nuevos que se basen en las enseñanzas del evangelio.
Jesús, en su divinidad, es la fuente de la contemplación. Cuando la persona se siente sobrecogida por la presencia arrolladora del Ser Divino, nos sentimos interiormente atraídos a contemplar. [...]
El Espíritu habla a nuestra consciencia a través de las Sagradas Escrituras y a través de los eventos cotidianos. Reflexionar sobre estas dos fuentes de encuentro personal y desmantelar los programas emotivos del pasado, preparan el terreno para que la psique escuche a niveles más refinados de atención. El Espíritu comienza entonces a dirigirse a nuestra conciencia desde ese profundo manatial dentro de nuestro ser, que es el "auténtico yo". Esto es propiamente dicho, lo que es la contemplación.

Thomas Keating

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