Camino

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jueves, 29 de septiembre de 2011

EPISTOLA DE SANTIAGO.

La fe y las obras

¿De qué sirve, hermanos mios, que alguien diga: "tengo fe", si no tiene obras?. Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen de sustento diario, y alguno de vosotros les dice: "idos en paz, calentaos y hartaos", pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de que sirve?. Así también la fe, si no tiene obras está realmente muerta[...]así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.

La verdadera y la falsa sabiduría.

[...]si tenéis en vuestro corazón amarga envidia y espíritu de contienda, no os jactéis ni mintáis contra la verdad. Tal sabiduría no desciende de lo alto, sino que es terrena, natural, demoníaca. Pues donde existen envidias y espíritu de contienda, allí hay desconcierto y toda clase de maldad. En cambio la sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, pura, además pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos, imparcial, sin hipocresía. Frutos de justicia se siembran en la paz para los que procuran la paz.

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