Camino

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miércoles, 21 de septiembre de 2011

ABNEGARSE

[...] Ignacio quiere vivir cumpliendo la voluntad de Dios. Y al tiempo sabe que, a la hora de escuchar, comprender y vibrar con esa voluntad expresada en el evangelio, uno tiene mucho que luchar. Porque el amor, la caridad es hermoso, pero no es fácil. El amor al prójimo no es un juego ni un accesorio, ni es una fiesta perpetua, sino algo tan esencial que es al tiempo don y tarea, exigencia y regalo, cruz y resurrección. Ese amor Ignacio lo descubre en Jesús pobre y humilde, el del pesebre y los caminos... Y también descubre que , a la hora de dejarse seducir por esa lógica evangélica hay muchas dinámicas que nos entrampan, nos inquietan y de algún modo a veces nos ciegan. Somos cada uno a nuestro modo, un campo de batalla. Tenemos resistencias. Un yo a veces excesivamente abultado se convierte en barrera que nos impide ser alcanzados por Dios, y abrirnos a los otros.
De ahí la necesidad de abnegación. Que no es negarse a sí mismo, sino sobre todo afirmar al Otro.[...]Abnegarse es dejar que disminuya un yo que, si se infla demasiado, me cierra a Dios y a los otros. Todos conocemos gente tan llena de sí que nada más cabe. Abnegarse es, en realidad, afirmar a los demás y al Dios que nos vincula a los otros tanto como a uno mismo.

Extraido del libro : "Ignacio de Loyola, nunca solo" de José Mª Rodriguez Olaizola

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